sábado, 30 de mayo de 2015

Quemar las naves




Cuando Hernán Cortés llegó con su ejército para la conquista de México desembarcó en el puerto de Veracruz. Allí tuvo conocimiento del poderoso y organizado ejército de los aztecas. Las noticias fueron tan alarmantes que algunos de sus oficiales se desanimaron y prefirieron abandonarlo en secreto, regresando a Cuba, que ya había sido conquistada.

Hernán Cortés supo lo que tramaban hacer, y esa misma noche se acercó a los barcos y los quemó. De esa manera ya no era posible dar un paso atrás, No les quedaba otra alternativa que lanzarse a la conquista de la gran Tenochtitlán.

En nuestro caso no es suficiente decir que queremos conquistar la Nueva vida traída por Jesús. Es necesario quemar las naves que nos conducen al pecado para jamás poder retornar a él.

Así como Dios abrió el Mar Rojo para que su pueblo lo atravesara rumbo a la tierra de libertad, lo cerró inmediatamente. Es necesario que Dios cierre ese mar para que jamás podamos regresar a la esclavitud del pecado. Es necesario que nosotros decidamos que jamás queremos regresar allá, y quemar todos los medios que nos pudieran ayudar a retornar…

José H. Prado Flores




A los discípulos que siguen a Jesús se les exige:

Dejarlo todo inmediatamente, ya que El es lo más importante (Lc 9.60).

Amar a Jesús sobre todas las cosas y personas (Lc 14.16).

Aceptar un camino imprevisible: no tener dónde reclinar la cabeza (Mt. 8.18-19).

Negarse a sí mismos, cargar con la cruz, estar dispuestos a perder la vida (Mc.8.34).

La opción por Cristo ocupa, pues, el primer lugar en el Evangelio.

Quien ha puesto los ojos en Jesús, nada ni nadie le apartará del camino emprendido. Un buen ejemplo de fidelidad lo encontramos en Sancho Panza, cuado tratan de convencerle para que abandone a don Quijote, ya que con él no llegará a obtener ninguna ganancia en esos reinos inexistentes, sino burlas y sonrisas de la gente. La razón que da para seguirle, es la siguiente:

“Lo sigo porque…lo quiero, lo quiero mucho y ya no puedo dejarlo solo. Aunque no alcancemos las estrellas ni venzamos enemigos. Aunque no derrotemos los gigantes del mal ni desencantemos las princesas…lo he de seguir hasta el final Si no, ¿quién lo va a levantar cuando el molino de viento lo derribe? ¿Quién lo va a curar de las heridas? ¿Quién se atreverá a ser escudero suyo? ¿Quién compartirá sus desgracias?”

Quien siga a Jesús, estará obligado a quemar “todas las naves” donde vive el pecado, Satanás y todas sus obras. Quien cierra la puerta al pecado, se la está abriendo a Jesús, para que viva como único Señor en el corazón libre de quien en un tiempo fue esclavo.

Cada cosa que se deja, / va desgarrando el alma; / no es la nada que se deja, / es un algo que se acaba.

Dejar y soltar amarras/ es quedarse en soledad,/ sentado en el olvido/ y las alas rotas sin volar.

En cada adiós de la vida,/ llora el viento /y ríe el mar.

En cada minuto que pasa,/ sufre el sol,/ brama el maizal.

sábado, 23 de mayo de 2015

Querer curarse.




A una persona muy afligida que había acudido a él en busca de ayuda le preguntó el Maestro: “¿Deseas realmente ser curado?”

“¿Me habría molestado en acudir a ti si no lo deseara?”

“¿Y por qué no? La mayor parte de la gente lo hace”

“¿Para qué?”

“No precisamente buscando la curación, que es dolorosa, sino buscando alivio”

Y a sus discípulos les dijo el Maestro: “Las personas que desean curarse con tal que puedan hacerlo sin dolor, son como los que están a favor del progreso, con tal de que éste no suponga para ellos cambio alguno”.


Anthony de Mello



Muchas personas no desean curarse, sino sólo aliviarse. Tienen muchas resistencias para aceptar la sanación, bien por falta de preparación, bien por falta de decisión. Les resulta muy difícil conocer en vedad cual es su actitud, y, sobre todo, abandonar la situación en que se encuentran, porque ésta, a fin de cuentas, les resulta ventajosa por acaparar el interés, por comodidad, por lástima…

Nuestras necesidades responden a nuestras creencias. Dentro de nosotros hay distintas necesidades, como el fumar, beber, ser gordo, estar enfermo…porque muchas veces nos las hemos fabricado y sin ellas no podemos vivir. Es necesario conocerse para poder desenredar todos los nudos mentales en los que estamos envueltos y arrancar las causas de los males.

Es terrible darse cuenta que las muletas que nos ayudan a movernos, son las que nos impiden caminar por nuestro propio pie.

Durante siete años no pude dar un paso
Cuando fui al gran médico
me preguntó: ¿Por qué llevas muletas?
Y yo le dije: Porque estoy tullido.
No es extraño- me dijo-.

Prueba a caminar. Son estros trastos
los que te impiden andar.
¡Anda, atrévete, arrástrate a cuatro patas!

Riendo como un monstruo,
me quitó mis hermosas muletas,
las rompió en mis espaldas
y sin dejar de reir, las arrojó al fuego.

Ahora estoy curado. Ando.
Me curó una carcajada.
Tan sólo a veces, cuando veo palos,
camino algo peor por unas horas.

(Bertolt Brecht)

sábado, 16 de mayo de 2015

Hay conquistas que atan




Un joven vivía en un internado muy estricto. Prácticamente, no tenía libertad para nada sin pedir antes permiso.

Luchó para comprar los libros que quisiera, y para ver la televisión algunas noches, y lo consiguió. Pero terminó viendo televisión todas las noches y leyendo hasta la madrugada, porque se envició con ambas cosas.

Luchó para salir cuando quisiera, y lo consiguió. Entonces salía todas las tardes al cine con sus amigas y perdía mucho tiempo. Consiguió la libertad de tener licores en su habitación, y se hizo adicto al alcohol.

Consiguió también, ser libre en elegir las materias de estudio que le interesaban, y seguir tan sólo esos cursos, pero llegó a un punto en que ya no asistía a ninguna clase.

El muchacho terminó esclavo de sus libertades conquistadas, pues no se preparó a ellas por la libertad del corazón.


Segundo Galilea



De nada sirve el tener todos los permisos del mundo, padres, maestros, cuando no se sabe usar de ellos. Si no se es libre y responsable, no se podrá realizar el proyecto de vida trazado ni seguir el camino empezado.

El joven de la parábola terminó esclavo de las libertades conquistadas. Su corazón era esclavo de lo que había conseguido. La libertad no está en conseguir todas las cosas con las que se sueña. No se es más señor con más dinero, con más posesiones, sino posiblemente más esclavo, pues “no hay en el mundo señorío como la libertad del corazón” (Gracián).

“Hay que saber usar la libertad, ser responsable y de voluntad robusta” “Da libertad al hombre débil y él mismo se atará” (Dostoievski).

“Tan difícil y peligroso es querer dar libertad al pueblo que desea vivir en la esclavitud, como esclavizar a quien quiere ser libre” (Maquiavelo).

“La abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad” (2 Cor. 8.2).

“En la libertad de espíritu que tienen los perfectos, se halla toda la felicidad que en esta vida se puede desear; porque, no queriendo nada, lo poseen todo. Ninguna cosa temen ni desean de la tierra, ni los trabajos les turban, ni los contentos les hacen movimiento; en fin, nadie les puede quitar la paz, porque ésta de sólo Dios depende” (Santa Teresa de Jesús, fundaciones, 5.7).

sábado, 9 de mayo de 2015

Ligeros de peso.



 

            Unos escaladores se propusieron subir una montaña difícil y de largo ascenso. Algunos llevaban mucho equipaje, con toda clase de ropa y diversidad de alimentos envasados. En un cierto punto, el exceso de equipaje los agotó y no pudieron seguir.

            Otros llevaban grabaciones musicales, naipes y licores, para relajarse y pasar un buen momento en los lugares de descanso. Pero cada vez que se detenían para ello, lo hacían por un tiempo excesivo y les costaba continuar, seducidos por el licor y la diversión. Hasta que, por fin, se quedaron a la mitad del camino en un lugar cómodo y entretenido, pues habían perdido interés en continuar.

            Otros, en cambio, llevaron lo estrictamente necesario, iban muy ligeros de  equipaje y éste no les cansaba. Tampoco tenían la tentación de detenerse sin motivo o por demasiado tiempo. Ellos fueron los únicos que llegaron a la cumbre, porque eran los más libres de todos.

            Los escaladores de la ardua y alta montaña sabían que tenían que ascender libres de equipaje y de comodidades. Sabían que, cuanto más subían, más tenían que aligerarse de lo que les iba sobrando y que tenían que concentrarse sólo en llegar a la cima, donde se liberarían de todos sus enseres. Pero algunos de ellos, al pasar por mesetas muy hermosas y a bastante altura, decidían quedarse ahí y no seguir, pues el lugar los atraía y gratificaba sus esfuerzos.

Segundo Galilea




            El cristiano tiene los ojos puestos en la cima, en el cielo; pero antes debe caminar, ascender, subir. Y para subir sólo tiene un mandato: caminar a paso ligero y con poco equipaje, ya que éste impide andar y correr.

            Varias tentaciones saldrán en esta larga andadura, como el detenerse con los pasatiempos que ofrece el dinero, el poder, el consumo, el placer, la vanidad, el éxito…

            Jesús fue tentado, también, en el desierto (Mt 4.5-10), para que sacase partido de sí mismo, de su prestigio y de su poder. Sin embargo, prefirió seguir la voluntad del Padre y hacerse solidario con los demás. De ahí:


a)      Su disponibilidad absoluta en todo:
Cargó con los sufrimientos de los otros (Mt 8.17);
Se preocupó de los despreciados de la sociedad (Mt.8.2),
Acogió a los pecadores (Mt 9.10-13).
Rechazó el ser consumista (Lc 6.25), superficial (Mt.13.26)…

b)      Su elección de lo débil frente a lo fuerte:
Prefirió la humildad al poder (Mt, 11.25),
Servir a ser servido (Mt. 20.24-27).
La sencillez al prestigio (Mt. 10.16).

El cristiano está llamado a seguir a este Cristo libre que escogió la Cruz y la muerte, pero al que Dios resucitó y dio vida para siempre.

“Quien en nombre de la libertad renuncia a ser el que tiene que ser, ya se ha matado en vida: es un suicida en pie. Su existencia consistirá en una perpetua fuga de la única realidad que podía ser” (Ortega).

sábado, 2 de mayo de 2015

Cada mañana es un regalo.




            Un ángel ofreció a dos hombres la felicidad, pero al modo en que ellos la entendían.

            El primero pidió que, en el futuro, se cumplieran todas sus ambiciones y proyectos.

            El segundo pidió encontrar la felicidad en sus condiciones presentes.

            El primero nunca fue feliz, porque sus proyectos cambiaban y sus ambiciones crecían, y tenía que aplazar su cumplimiento indefinidamente.

Al segundo hombre, el ángel le concedió un corazón libre, para descubrir, en sus realidades presentes, un regalo de Dios, y fue feliz.


Segundo Galilea



            Necesitamos un corazón libre para poder descubrir en la realidad de cada día un regalo de Dios. Cuando nuestros ojos están limpios, percibimos todo lo que nos rodea de luz, alegría y felicidad. Todo sonríe, cuando nosotros estamos alegres. “En verdad os digo que si no cambian y se hacen como niños, no entrarán en el reino de los cielos” (Mt.18.3).

            El hace nuevas todas las cosas, cuando somos capaces de ver en un poco de agua todo el azul del firmamento. “Cada mañana de Dios es una nueva sorpresa para El mismo” (R.Tagore) y para los que tienen el corazón de Dios: sus hijos.

            Felices, pues, aquellos que encuentran sentido a cada minuto.
            Felices aquellos que son capaces de asombrarse ante una flor.
            Felices los que arriesgan todo y se quedan con el amor.
            Felices los que se mantienen alegres con lo que tienen.
            Felices los que luchan por la paz, la justicia y la fraternidad.
            Feliz aquel que posee un corazón libre para poder ver a Dios y a los hermanos cada mañana.

            En la libertad de espíritu se halla toda la felicidad que en esta vida se puede desear. Dice Santa Teresa de las personas que han alcanzado esta libertad:


            “Ninguna cosa temen ni desean de la tierra, ni los trabajos las turban, ni los contentos las hacen movimiento; en fin, nadie las puede quitar la paz, porque ésta de sólo Dios depende” (Fundaciones 5.7).