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Esta parábola de la
misericordia del Padre ha tocado y seguirá tocando el corazón de muchos padres
e hijos, pues es una realidad de muchos hogares. La familia del Hijo Pródigo es
una familia de las nuestras, por eso nos llega tanto el mensaje. “De
todas las palabras de Dios ésta ha despertado el eco más profundo… Desde hace
miles de años viene haciendo llorar a innumerables personas… Y el que lo oye
por centésima vez es como si lo oyera por primera vez” (Péguy). Y en esta
parábola, al final, triunfa el amor. Quien ha probado el amor de Dios, jamás
podrá olvidarlo.
Las dificultades en las relaciones de padres e
hijos es muy vieja. Oseas presenta al hijo rebelde y el Padre irascible que
perdona. En uno de sus poemas presenta a Dios como un padre totalmente
entregado a su hijo: le enseña a andar, lo lleva en brazos, se inclina para
darle de comer; pasando de la metáfora a la realidad, cuando era niño lo liberó
de la esclavitud de Egipto. Pero la reacción de Israel, el hijo, no es la que
cabía esperar: cuanto más lo llama su padre, más se aleja de él; prefiere la
compañía de los dioses cananeos, los baales. Dios lo podía haber castigado,
pero se le conmueven las entrañas y lo perdona (Os 11, 1-9). A Dios no le
cuesta perdonar, es su oficio, pero hay
personas que no quieren que perdone.
San
Lucas introduce en la parábola un nuevo personaje que no estaba en Oseas ni
Jeremías: un hermano mayor, que nunca ha abandonado a su padre y ha sido modelo
de buena conducta, pero cuando vuelve su hermano se dirigiré al padre como los
escribas y fariseos se dirigen a Jesús: con insolencia, reprochándole su
conducta. Al padre le duele la reacción de su hijo mayor, pues el menor “estaba
muerto y ha revivido. Estaba perdido y ha sido encontrado”
La parábola es como la vida misma. Va a
dirigida a nosotros. El final de la parábola queda abierto, porque lo tiene que
terminar cada uno. La parábola hace preguntas profundas, descubre lo que hay en
el corazón, nos coloca ante la ternura del Padre.
Nosotros que nos identificamos y somos, al
mismo tiempo, el hermano menor y el mayor, tenemos que llegar a tener la misma
actitud del Padre y reproducir la figura del Padre. "Sed misericordiosos
como vuestro padre es misericordioso". El relato nos tiene que hacer ver,
que siempre habrá en nuestra vida, etapas que hay que superar por imperfectas.
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