sábado, 19 de diciembre de 2015

Contagio de vida
 
 
La Anunciación a Maria de Paul Claudel, presenta la historia de una muchacha feliz, Violeta, que vive un sueño de amor con su prometido, Santiago. Hay un solo recuerdo amargo: Pedro de Craón ha querido violarla siendo niña. Cuando está olvidándolo y a punto de casarse con Santiago, regresa Pedro, que ha contraído la lepra y es rehuido por todos. Y Violeta, en un arranque de caridad le saluda con un beso en la frente.
Mara, la hermana envidiosa y enamorada también de Santiago, correrá para contar que ha visto a Violeta "besándose" con Pedro. Y aun cuando éste no quiere creerlo, la prueba está ahí: también Violeta ha quedado contagiada por la lepra. Tendrá que recluirse en una gruta en la montaña como los leprosos de la época hacían.
Han pasado los años. Violeta es ya un cadáver viviente. La lepra ha comido hasta sus preciosos ojos azules. Mara, mientras tanto, se ha casado con Santiago y tienen una preciosa pequeña de ojos negros. Y un día, Mara encuentra muerta a su hija. Es el día de Navidad. Corre entonces a la montaña para exigir a su hermana que resucite a su hija.
Violeta toma el cadáver de la pequeña en sus brazos, lo cubre con su manto andrajoso. Suenan las campanas de la Navidad. Todo huele a Belén y a nacimiento. Y en las manos de Violeta algo se mueve, bajo el manto.
Cuando Mara recupera el cuerpo, ya vivo de su hija, descubre que los milagros son dos: su hija ha resucitado, pero lo ha hecho con los ojos azules. Porque ahora la verdadera madre de su alma no es ya ella, sino Violeta, que ha sido, así, fecunda con su corazón
 
José L. Martín Descalzo
 
 
 
"Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos" (1 Jn 3.14). Efectivamente, quien ama, engendra vida y vive; quien no ama, comunica muerte y no vive. Ya que "El dio la vida por nosotros, así debemos dar la vida por nuestros hermanos" (1 Jn.3.16).Amar es estar dispuesto a perder, a desgastarse, a morir, a dar la vida. Amar es cargar con los defectos, los pecados, la lepra ajena, como lo hizo Jesús.


Por eso, quien ama, defiende y lucha porque haya vida, ya que ésta la recibe de Jesús. Cuando en la vida no reina Dios, sino el mal, hay un gran desprecio y odio por ella. Empezará a destruir y a desesperarse. "El desengaño de la vida lo condujo al odio a la vida" (Erich Fromm). El amor a la vida, contagia más vida.


El amor consiste en que "Dios nos amó y envió a su Hijo, como propiciación por nuestros pecados" (1 Jn. 4.10).


Dios nos sigue amando y de alguna forma sigue entregando su vida, a través de aquellos que la dan cada día con coraje y desinteresadamente.


"¡No haya ningún cobarde!
¡Aventuremos la vida!
pues no hay quien mejor la guarde
que quien la da por perdida"


(Santa Teresa de Jesús en la poesía titulada: Ya no durmáis, no durmáis)

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