Dos
hombres pidieron a su ángel que les comunicara algo del poder de
Dios. El ángel accedió.
El
primero pidió poder para hacer cosas extraordinarios. El ángel le
dijo “Tendrás poder sólo para cosas prodigiosas. Pero no tendrás
un poder especial para lo ordinario”.
Fascinado,
el hombre comenzó a hacer cosas prodigiosas: adivinaba el
pensamiento, ganaba dinero a manos llenas en los negocios y juegos de
azar, creaba grandes inventos…Y era muy feliz. Pero al poco tiempo
perdió su trabajo, y no pudo hacer nada. Luego su mujer lo dejó, y
no pudo hacer nada. Se enfermó de modo que apenas podía caminar, y
no pudo hacer nada. Y perdió la felicidad.
El
segundo hombre pidió poder para cosas ordinarias. El ángel se lo
otorgó, y le dijo que en ese caso Dios no le daba poder para nada
extraordinario. Y el hombre siguió igual que antes, con su modesto
trabajo, su familia y su salud. Y le agradeció al ángel porque lo
había hecho feliz.
Segundo
Galilea
Jesús,
al lavar los pies a sus discípulos en la Última Cena, quiso
transmitir con un gesto lo que el hizo en su vida: “El no había
venido a ser servido, sino a servir. El estaba en medio de ellos como
quien sirve” (Lc
22.27).
Servir es ponerse más bajo que el otro, inclinarse ante él,
“despojarse del rango que se tiene y…amar hasta el extremo”
Y
ese gesto, enseñanza y mandato lo han acogido los cristianos.
Cada
día, en la familia y en la sociedad, infinidad de personas siguen
sirviendo con amor: Madres y padres que lavan a sus hijos. Hijos que
lavan a sus padres ancianos. Voluntarios que limpian a paralíticos y
enfermos y que con su vida de entrega, lavan los ojos y corazones de
los sanos.
El
poder de Dios se manifiesta a través del servicio de cada día.
Aquellos que han recibido la gracia de dedicar toda su vida al
servicio de los hermanos, son felices y llenan de bondad toda la
tierra.
“El
que quiera ser el primero entre vosotros, sea siervo de todos, pues
el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su
vida para redención de muchos” (Mc
10.44-45).
No hay comentarios:
Publicar un comentario