Hay
un bonito cuento de una niña que, al pasar por un prado, ve una
mariposa clavada en un espino.
La
niña la libera con todo cuidado y la mariposa alza el vuelo. Luego
da media vuelta y se convierte en un hada. “En premio a tu bondad,
quiero concederte un deseo”, dice a la niña. Esta lo piensa un
momento y responde: “Quiero ser feliz” El hada se inclina, le
dice unas palabras al oído y desaparece.
A
medida que la niña iba creciendo, no había en todo el lugar nadie
más feliz. Cuando alguien le preguntaba el secreto de su felicidad,
ella sonreía y decía: “Escuché las palabras de un hada”.
Cuando
fue anciana, los vecinos temían que pudiera llevarse a la tumba su
maravilloso secreto. “Cuéntanos por favor qué te dijo el hada”,
le suplicaban. Y la viejecita respondió con una sonrisa: “El hada
me dijo que por muy seguros de sí mismos que parecieran, todos me
necesitaban”.
Todos
nos necesitamos unos a otros.
Leo
F. Buscaglia
Un
día le preguntaron a Gerard Bessiere cómo se las arreglaba para
estar siempre contento, para tener siempre la cara iluminada por la
sonrisa. El remedio, contestó, es “salir de uno mismo” buscar la
alegría donde está, e interesarse por los demás.
Quien
renuncia a su felicidad, la encontrará duplicada en los demás. Por
eso dice Jesús: “Quien pierda su vida, la ganará” (Mc
8.35).
Todos
somos necesarios y todos nos necesitamos.
Bien
lo han comprendido los que no sólo se dan durante la vida, sino
hasta después de muertos, y donan su cuerpo, sus ojos, su corazón,
su hígado…Así siguen viviendo y dando vida a otros.
Un
buen ejemplo de amor y servicio lo tenemos en la madre Teresa de
Calcuta. Cada día sus hijas recogen a miles de personas hijas del
hambre y de la muerte, faltas de cariño y de amor. Sólo el silencio
de la noche sabe la dedicación de estas personas y otras muchas que
laboran en una vida oculta y entregada. Es el servicio el único afán
de todos aquellos que recogieron y se adueñaron del mandato de
Jesús: sirvan a todos.
Gabriela
Mistral cantó magistralmente un himno al servicio:
Toda
la naturaleza es un anhelo de servicio. Sirve la nube, sirve el
viento, sirve el surco.
Donde
haya un árbol que plantar, plántalo tú; donde haya un error que
enmendar, enmiéndalo tú; donde haya un esfuerzo que todos esquivan,
acéptalo tú.
Sé
el que apartó la piedra del camino, el odio entre los corazones y
las dificultades del problema.
Hay
alegría de ser sano y de ser justo; pero hay, sobre todo, la hermosa
alegría de servir.
Qué
triste sería el mundo si todo en él estuviera hecho, si no hubiera
un rosal que plantar, una empresa que emprender.
Pero
no caigas en el error de que sólo se hace mérito con los grandes
trabajos; hay pequeños servicios que son buenos servicios; adornar
una mesa, ordenar unos libros, peinar una niña.
Aquel
es el que critica; éste es el que destruye. Tú sé el que sirve. El
servir no es tarea sólo de seres inferiores. Dios que da el fruto y
la luz que sirve, pudiera llamarse EL QUE SIRVE.
Y
tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos pregunta cada día:
¿Serviste hoy? ¿A quién? ¿Al árbol? ¿A tu amigo?¿A tu madre?
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