Un turista en la India visitó un leprocomio. Allí vio a una
enfermera curando las carnes podridas de un pobre leproso. Asqueado
frente a lo que tenía delante le dijo a la enfermera: yo no haría
eso que usted está haciendo ni por un millón de pesos. Ella le
respondió: Vea usted, ni yo tampoco lo haría por un millón de
pesos. Asombrado el turista le preguntó: ¿Cuánto le pagan por
hacerlo? La enfermera dibujó una sonrisa de felicidad y como quien
no le daba importancia a las palabras le respondió: No me pagan
nada, lo hago por amor.
Miguel Limardo
“No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn
15.13). Jesús fue el hombre para el Otro y para los otros.
Vivió siempre abierto a los demás. Vino a servir y a dar su vida en
rescate por todos (Mt 20.28). No vino a salvar a los justos,
sino a los pecadores (Mt 9.13). Tenía una predilección
especial por los niños, los pobres, los despreciados, los enfermos y
por la gente sencilla. A los enfermos los curaba, a los muertos los
resucitaba. El es el camino, la verdad y la vida (Jn 44.6).
Quien cree en El, tendrá vida (Jn 11.25).
Jesús amaba la naturaleza, el viento, el campo, el mar. Y porque
amaba todo, era un gran soñador que hacía realidad sus sueños.
Quería, y encomendó a sus seguidores creyentes, construir un mundo
nuevo de amor, donde las personas se amasen de verdad, hasta dar la
vida los unos por los otros (Jn 15.12); donde los más
importantes fuesen los enfermos, los pequeños (Mt.20 25,28);
donde se de sin esperar nada a cambio (Lc 10.35); donde no
exista la venganza, sino el perdón (Mt. 18.21); donde reine
Dios (1c 12.30); donde cada uno busque la felicidad de los
otros (Mt 5.44).
Quien trabaja por Jesús y su causa, ama, y en su trabajo no busca
paga ni salario, ni recompensa. El amor es capaz de todo, porque el
verdadero amor “todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo
lo soporta”, absolutamente todo (1 Cor. 13.7).
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