lunes, 3 de agosto de 2020

Tenía casi todo


En la novela “¿Quo vadis?”, del polaco Premio Nóbel de Literatura Henrik Sienkiewicz, hay una frase referida a una bella muchacha de alta alcurnia que dice” “Lo tiene todo, menos la sonrisa”.

Da pena que a una persona le falte la sonrisa, porque le falta todo. La sonrisa hace a la persona el mantenerse vivo y feliz y logra que los demás sean felices. La sonrisa está al alcance de todos, ricos y pobres. El sabio sabe que la alegría verdadera se encuentra en las pequeñas cosas de cada día y se mantiene a pesar de las adversidades y contratiempos.
Es bueno sonreír en la bondad, en los triunfos, en la debilidad, en las derrotas, en los momentos en que todo va bien y cuando las cosas se tuercen. Los antiguos estoicos nos decían que “los verdaderos días de fiesta son y deben ser para ti aquellos en que has vencido una tentación o te has arrancado, o al menos dominado, el orgullo, la temeridad, la malignidad, la maledicencia, la envidia, la obscenidad… el lujo o cualquiera de los vicios que te tiranizan”.

Preguntaron a una madre cuál era el secreto para obtener que sus hijos fueran tan amados por los demás, y ella respondió: "Mi primera lección es enseñarles a sonreír". Y resumía así los consejos que ella da a sus hijos: sonríe, sonríe, hasta que notes que tu continua seriedad o tu severidad habitual hayan desaparecido... Sonríe a los enfermos, a los pordioseros, a los tristes, a los ancianos, al sufrimiento. La sonrisa te abre muchas puertas, allana las dificultades y hasta puede obtenerte excepcionales favores.