domingo, 1 de enero de 2017

Señor, usa mis manos



Yo tuve una conversación muy fuerte en los cursillos de Cristiandad, pero por motivos de una seria operación, no pude volver más por allá por unas cuantas semanas.

Una mañana, apenas recuperada, fui temprano a ayudar a pintar los murales para el Vía-crucis de Semana Santa. No fui directamente al cuarto del fondo donde todos estaban pintando, sino que entré en la capilla y estaba orando frente al sagrario. Dándole gracias por mi salud restaurada, cuando me fijé atentamente en el Cristo Roto de Emaús que le faltan las dos piernas y una brazo. Le traté de convencer para que usara mis piernas y mis brazos que, aunque también estaban enfermos y deshechos, estaban mucho mejor que los de Él, que no tenía ninguno.

Él me tomó la palabra en ese instante y durante todo este año he trabajado muy intensamente en los Cursillos de Cristiandad.

Lily Naranjo


Le traté de convencer para que usara mis piernas y mis brazos, que aunque también estaban enfermos y deshechos, estaban mucho mejor que los de Él, que no tenía ninguno”.

Estas palabras las dijo Lily como ofrecimiento de su vida al Señor que acababa de encontrarse profundamente con Él. Lily sufre de poliomielitis progresiva. Fue una de las últimas niñas afectadas por esta enfermedad cuya tarjeta de presentación era una condena a la invalidez. Mas Lily no está inválida, tiene dificultades para caminar, para trabajar, pero se ha comprometido a anunciar el Evangelio con todo su cuerpo y su alma, con sus alegrías y sus tristezas, Ella es consciente de que puede aliviar el dolor y el sufrimiento de muchos Cristos rotos.

Cristo sigue sufriendo, está siendo crucificado todos los días en todos los seres humanos que sufren y mueren. El corazón de Cristo es como un océano donde confluyen todos los ríos de dolor del mundo. Cristo está en continua agonía y muerte hasta el fin del mundo.

Para consolar a tantos Cristos deshechos, Lily se ha crucificado con Cristo. Con Él vive y de Él vive desde que le conoció (Gal 2. 19-20).Ella es consciente de que pertenece a la heredad de Cristo, que es padecimiento y gloria al mismo tiempo (Rm 8,17). Quisiera alegrarse siempre de ser participante de la pasión de Cristo, para gozar con El, cuando se descubra su gloria (1P 4,13). Quisiera sonreír en el dolor y a pesar del dolor, pero a veces se siente débil como Santa Teresita. “Jesús sufrió con tristeza”, afirma la santa. Sin tristeza, ¿se puede sufrir? Si una cruz, un dolor nos causa siempre alegría, ¿sería verdadera cruz?

Lily tiene un hermoso apostolado: “prestar sus pies y sus brazos rotos” a Jesús para abrir horizontes a los agobiados, esperanza a los descorazonados y presentar a todos un Cristo amigo, consuelo, fuerza y salvación para los que creen en Él.

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