sábado, 28 de enero de 2017

La confianza de un sacristán


La Revista Orar contaba el diálogo entre el párroco y su sacristán. Con eso de la pertinaz sequía, el párroco, contra la opinión del sacristán se había decidido a sacar al Santo en rogativas. Le manda preparar a aquél andas e imágenes, y al cabo de un cierto tiempo, vuelva a ver cómo van los preparativos para la procesión.

“¿Qué? ¿Cómo anda eso?” inquiere el cura.

A lo que zumbonamente responde su ayudante:

“Por aliñado y dispuesto el Santo ya lo está. Y si se empeña en sacarle en rogativas, pues lo sacamos. Pero vuelvo a machacarle y decirle que “pinta de llover” no tiene”.

No es fácil confiar en las dificultades, cuando no hay “pinta de llover”, ni de cambiar las situaciones.

La Biblia invita a poner la confianza en el Señor. Dichoso el que se fía de Yahvé (Jer 17, 5-7). La confianza en el Señor, que radica en una fe inquebrantable, se apoya en la omnipotencia y misericordia del Creador, que quiere la salvación de todos (1Tim, 2,4).

Dios es Padre y escucha y hace por sus hijos más de lo que le piden. La oración hecha con confianza obtiene todo (Lc 11.9-13). Como el amigo inoportuno, hay que orar insistentemente y confiadamente.



Hay que tener seguridad absoluta de que Dios es Padre y concede a sus hijos lo que le piden. “Pues yo les digo: Pidan y recibirán. Busquen y encontrarán. Llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe. El que busca, encuentra. Y al que llama le abren” (Lc 11. 9-13). El siempre está dispuesto a concedernos lo mejor (Mt 6,8); siempre que no tengamos intereses opuestos a la fe. “¿Piden y no reciben?, porque piden mal; con la intención de satisfacer sus pasiones” (St 4,3). Si le pedimos algo según su voluntad y con fe, siempre nos escucha (1 Jn 5, 14-15).

Dios quiere lo mejor para nosotros y para los demás. “La caridad misma ora. Ante ella, no puede cerrar los ojos el que nos la ha dado. Puedes estar seguro, donde está ella, allí estarán los oídos de Dios. ¿No sucede lo que tú quieres? Sucederá lo que es mejor para ti” (San Agustín).

Gran misterio es la oración, lo que Dios concede al momento, lo que da al final de los días y de los tiempos, lo que no da. Grande es la fe de los que piden que se acabe el hambre, la guerra, la sequía y, sin embargo, no llueve a tiempo y, otras veces, lo hace a destiempo. ¿No será porque hay muchos “sacristanes” y no sacristanes que no creen en rogativas, ni en oraciones por la paz? ¿No será, también que Dios nos está pidiendo que nosotros hagamos algo por borrar el hambre, la guerra la sequía? Dios quiere cambiarnos el corazón para que sepamos pedir con confianza y con insistencia para que podamos aceptar su voluntad de amor y de paz.

Ora en todo momento al Padre, confía en Dios, porque “Dios está a tu lado…Dios no te abandona.

“Y aunque te dejaran sin pan y sin techo: Dios está en tu pecho.

Y el día que cruces la incierta frontera: Dios padre te espera.

No temas lo súbito del mazazo duro: Dios será tu escudo” (José L. Carreño).

sábado, 21 de enero de 2017

Vive aquí y ahora


Un hermano del desierto preguntaba al abad Nisterós el Grande:
 

“¿Qué es lo mejor que yo puedo hacer para dedicarme totalmente a ello?”

Y él respondió: “¿Acaso no son todas las obras igualmente buenas? Aquello que veas que tu alma aspira, según Dios, hazlo bien y guarda tu corazón”.

El recuerdo del pasado o la preocupación por el futuro pueden lograr evadirnos del momento presente. Evitar el momento presente es una enfermedad de nuestro mundo. Nuestra cultura trata de sacarnos del momento actual para vivir en el futuro: ¡ahorre para el futuro!.
Vivimos en tiempos que no son los nuestros y no disfrutamos del único que poseemos, así afirma Pascal: “No nos atenemos nunca al tiempo presente. Anticipamos el futuro, como si fuera demasiado lento en llegar, como para acelerar su curso, o recordamos el pasado para detenerlo, como si hubiera pasado demasiado rápido. Vagamos por tiempos que no son los nuestros y no pensamos en el único que nos pertenece. Somos tan vanos que pensamos en los tiempos que ya no existen y dejamos escapar sin reflexión el único que subsiste”.
Podemos decir que no vivimos nunca, que siempre estamos esperando vivir. Vivimos angustiados en el hoy, por una felicidad que está en el aire en el día del mañana. En el libro “Las Zonas Erróneas”, nos dice el Dr. Wayne: “Vivir el momento presente, ponerte en contacto con tu ahora, constituye el meollo de una vida positiva. Si lo piensas, te darás cuenta de que en realidad no existe otro momento que puedas vivir. El ahora es todo lo que hay y el futuro es simplemente otro momento presente para ser vivido cuando llegue. Una cosa es segura: que no puedes vivirlo hasta que no aparezca realmente”.

El huir del presente nos hace superficiales, nos hace autómatas, nos hace personas dispersas. El presente es el ahora que nos toca vivir, que se realiza en las pequeñas realidades cotidianas: trabajo, familia, etc. El que vive en el presente se acepta y acepta a los otros como son y de esta única realidad brota la felicidad.

En Oriente han tenido como máxima: “Vive aquí y ahora”. En Occidente hemos puesto la fuerza en el hacer y por eso decimos: “Haz bien todo lo que haces”.

Cada momento presente es el sacramento de la presencia de Dios en nuestras vidas. Dios nos habla en el hoy y en los acontecimientos cotidianos. La presencia de Dios nos impulsa “a hacer todo bien y a guardar nuestro corazón para Él”.

Padre.

De ti hago mi comida y mi bebida;
Tú eres mi lecho, en Ti me tiendo;
Tú eres todo lo que soy y todo lo que tomo.
Yo estoy en continua comunicación contigo
Porque Tú eres el que es y Tú estás allí,
Y no existe lugar alguno donde Tú no te encuentres
(Anónimo)

sábado, 14 de enero de 2017

La chismosa y la gallina



A una mujer que se confesaba frecuentemente de hablar mal de los demás, San Felipe Neri le preguntó: “¿Te sucede con frecuencia hablar mal del prójimo?”. “Muy a menudo Padre”, responde la penitente.

“Hijita, vuestra falta es grande. Es necesario que hagas penitencia. He aquí lo que harás: mata una gallina y tráemela enseguida, desplumándola por el camino desde tu casa hasta aquí”.

La mujer obedeció, y se presentó al Santo con la gallina desplumada.

“Ahora, le dijo Felipe, regresa por el mismo camino que viniste y recoge una por una las plumas de la gallina…”

“Pero es imposible, Padre, rebatió la mujer; con el viento que hace hoy no se encontrarán más…”

“También yo lo sé, concluyó el santo, pero he querido hacerte comprender que si no puedes recoger las plumas de una gallina desparramadas por el viento. ¿cómo podrás reparar todas las calumnias levantadas y dichas a mucha gente?, y en perjuicio de tu prójimo?”. 


De la Virtud en ejemplos A. y C.

No se pueden recoger las plumas de una gallina, desparramadas por el viento. Tampoco se puede reparar todo el daño causado por la crítica y la calumnia.

La Escritura nos habla del gran perjuicio que se puede causar con la lengua. La lengua es una serpiente (Sal 10.7). Es una flecha afilada (Sal 57.5). Es una flecha homicida (Jer 9.7). De una lengua perversa vienen la mentira, la doblez, la calumnia (Sal 10.7).

Nada bueno puede salir de la crítica destructiva, ya que ésta pone de manifiesto una murmuración, calumnia o un juicio temerario. ¿Por qué critican las personas? Estas lo hacen, normalmente, por envidia, celos, orgullo, susceptibilidad herida, agresividad…La crítica brota de un corazón amargado, duro arruinado por los fracasos y el negativismo. Una persona que ha caído en la manía de cuestionarlo todo, de creerse siempre superior a los demás, está incapacitada para poder descubrir todos los valores positivos de los otros. A la larga, todos huirán del calumniador, criticón, murmurador, pues nadie tiene las espaldas seguras con él. Hasta los mismos amigos se pueden convertir en víctimas inocentes.

Una señal de que se ama al otro es el no criticarlo, Si lo amo de verdad y quiero ayudarle, no adelanto nada con airear sus vicios, y mucho menos reírme de sus limitaciones y desgracias.

Ser bondadoso e indulgente para con los demás es una señal cierta de que Dios anda de por medio. Es imposible condenar al otro viviendo en la presencia de Dios. El Padre de todos, que disculpa siempre, y ve toda la bondad que hay en el corazón humano, con su sola presencia ayuda, estimula y desarrolla nuestra capacidad de amar.

La lengua bien amaestrada dice y hace maravillas, es “plata de calidad” (Prov 10.20). Quien no pone freno a su lengua, se equivoca y su religión es vana (St 1.26). Tan importante es cuidar lo que se dice, que el salmista aconseja: “Guarda tu lengua del mal y tus labios de las murmuraciones. Evita el mal, haz el bien, busca la paz y persíguela” (Sal 34, 14-15).

sábado, 7 de enero de 2017

Su hija le dio la vida


En Massachussets moría de accidente de carro una joven profesora. Como en vida había sido donante de órganos, éstos fueron enviados al hospital donde una larga lista de pacientes esperaba un trasplante. Entre ellos figuraba su propio padre, veinte años enfermo del corazón que estaba necesitando con urgencia uno nuevo. Casualmente le correspondió el de su hija. Y gracias a esta feliz coincidencia, el padre vive por la muerte de su hija, mientras que ésta pervive, de algún modo en el cuerpo de su padre.

“El Padre vive gracias a la muerte de su hija, mientras que ésta pervive de algún modo en el cuerpo de su Padre”.

Jesús murió para dar vida. Su amor hacia nosotros fue tan grande que nos amó hasta el final con un amor verdadero y generoso.

Las últimas palabras, pronunciadas a la hora de la muerte, revelan, muchas veces, la grandeza de ánimo de una persona y el amor que lleva en el corazón. Jesús desde la cruz, sigue perdonando, haciendo el bien.

Padre, perdónales porque no saben lo que hacen

La primera palabra de Jesús en la cruz es una oración de perdón. Él, no sólo perdona, sino que encuentra miles de razones para disculpar.

Jesús nos enseña desde la cruz a vivir perdonando en la familia, en el trabajo, en nuestra relación con los enemigos nuestros que piensan de distinta forma o nos hacen el mal.

Yo te aseguro, hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23.43).

Jesús hizo el bien siempre, a pesar de que Él sufrió el desprecio y fue condenado a muerte. Al buen ladrón también le llegó la salvación y la vida otorgada por el Redentor.

Ahí tienes a tu hijo…ahí tienes a tu madre” (Jn 19, 26-27)

Toda la vida de Jesús fue una preocupación por los necesitados. El, que estaba muriendo, fue capaz de preocuparse por los demás…Y la palabra de Jesús unió dos corazones traspasados por el sufrimiento y les dio fuerzas para vivir unidos, ayudándose el uno al otro.

Cristo amó hasta el final, ayudó al buen ladrón a enfrentar la muerte y sigue presente en los momentos turbulentos y amargos de cualquier persona.

domingo, 1 de enero de 2017

Señor, usa mis manos



Yo tuve una conversación muy fuerte en los cursillos de Cristiandad, pero por motivos de una seria operación, no pude volver más por allá por unas cuantas semanas.

Una mañana, apenas recuperada, fui temprano a ayudar a pintar los murales para el Vía-crucis de Semana Santa. No fui directamente al cuarto del fondo donde todos estaban pintando, sino que entré en la capilla y estaba orando frente al sagrario. Dándole gracias por mi salud restaurada, cuando me fijé atentamente en el Cristo Roto de Emaús que le faltan las dos piernas y una brazo. Le traté de convencer para que usara mis piernas y mis brazos que, aunque también estaban enfermos y deshechos, estaban mucho mejor que los de Él, que no tenía ninguno.

Él me tomó la palabra en ese instante y durante todo este año he trabajado muy intensamente en los Cursillos de Cristiandad.

Lily Naranjo


Le traté de convencer para que usara mis piernas y mis brazos, que aunque también estaban enfermos y deshechos, estaban mucho mejor que los de Él, que no tenía ninguno”.

Estas palabras las dijo Lily como ofrecimiento de su vida al Señor que acababa de encontrarse profundamente con Él. Lily sufre de poliomielitis progresiva. Fue una de las últimas niñas afectadas por esta enfermedad cuya tarjeta de presentación era una condena a la invalidez. Mas Lily no está inválida, tiene dificultades para caminar, para trabajar, pero se ha comprometido a anunciar el Evangelio con todo su cuerpo y su alma, con sus alegrías y sus tristezas, Ella es consciente de que puede aliviar el dolor y el sufrimiento de muchos Cristos rotos.

Cristo sigue sufriendo, está siendo crucificado todos los días en todos los seres humanos que sufren y mueren. El corazón de Cristo es como un océano donde confluyen todos los ríos de dolor del mundo. Cristo está en continua agonía y muerte hasta el fin del mundo.

Para consolar a tantos Cristos deshechos, Lily se ha crucificado con Cristo. Con Él vive y de Él vive desde que le conoció (Gal 2. 19-20).Ella es consciente de que pertenece a la heredad de Cristo, que es padecimiento y gloria al mismo tiempo (Rm 8,17). Quisiera alegrarse siempre de ser participante de la pasión de Cristo, para gozar con El, cuando se descubra su gloria (1P 4,13). Quisiera sonreír en el dolor y a pesar del dolor, pero a veces se siente débil como Santa Teresita. “Jesús sufrió con tristeza”, afirma la santa. Sin tristeza, ¿se puede sufrir? Si una cruz, un dolor nos causa siempre alegría, ¿sería verdadera cruz?

Lily tiene un hermoso apostolado: “prestar sus pies y sus brazos rotos” a Jesús para abrir horizontes a los agobiados, esperanza a los descorazonados y presentar a todos un Cristo amigo, consuelo, fuerza y salvación para los que creen en Él.