sábado, 3 de diciembre de 2016

¡Amate a ti mismo!




   

Preguntaba un discípulo a su Maestro: “¿Qué he de hacer para amar a mi prójimo?”

“Deja de odiarte a ti mismo”.

El discípulo meditó larga y seriamente estas palabras y regresó a decirle al Maestro: “Pero si yo me amo demasiado a mí mismo…Si soy un egoísta y un egocéntrico… ¿Cómo puedo liberarme de ello?”.

“Se cordial contigo mismo y tu ego quedará satisfecho y te dejará en libertad para amar a tu prójimo”

Anthony de Mello

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lv 19.18). Dios quiere que nos amemos, que nos aceptemos, que nos cuidemos, que tengamos confianza en nosotros mismos. Sólo cuando hay autoestima y amor verdadero a sí mismo, es posible amar al prójimo.

Los padres pueden ayudar mucho a sus hijos potenciando todo lo positivo que hay en ellos, para que así puedan crecer en esa autoestima. Al hablar se ha de cuidar el lenguaje, pues tenemos de nosotros mismos la imagen que los demás nos ofrecen. Si un padre la dice a su hijo: patoso, no sirves para nada, no vales, todo lo haces mal, el niño crecerá con una pobre imagen de sí mismo. Por eso Pablo aconsejará a los Efesios. “ Padres no exasperen a sus hijos, sino fórmenlos más bien mediante la instrucción y la corrección según el Señor” (Ef,6.4). El rechazo, la culpabilidad y el perfeccionismo, no dejan crecer la buena imagen de uno mismo.

Dios nunca ha rechazado al ser humano, ni lo culpa; al contrario lo perdona siempre: “De tus pecados e iniquidades no me acordaré ya” (Hb 10.17) y lo ama “con amor eterno” (Jr ,31.3). Tanto ha sido el amor de Dios para con los seres humanos que “no envió Dios a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para que el mundo fuese salvo por Él” (Jn 3.17), Por consiguiente, ninguna condenación pesa ya sobre los que están en Cristo Jesús “ (Rm 8,1).

La Palabra de Dios puede ayudarnos a desarrollar una buena imagen y a sanar una pobre imagen de nosotros mismos.

“Eres precioso a mis ojos, eres estimado, y Yo te amo” (Is 43.3) “Con amor eterno te he amado” (Jr 31.3).

“Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues lo somos” (1 Jn 3,1.2).

“En todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman” (Rm 8, 28.39),

“Todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Flp 4.13).

“El amor todo lo puede. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta” (1 Cor 13.7). Dios con su amor puede sanar y cambiar. Uno mismo todo lo puede en Aquel que lo conforta:

“Hay diez cosas fuertes en el mundo:

El hierro es fuerte, pero el fuego lo funde.

El fuego es fuerte, pero el agua lo apaga.

El agua es fuerte, pero las nubes lo evaporan.

Las nubes son fuertes, pero el viento las empuja lejos.

El viento es fuerte, pero las montañas lo frenan.

Las montañas son fuertes, pero el hombre las domina.

El hombre es fuerte, pero el sueño lo vence.

El sueño es fuerte, pero la muerte es más fuerte que el sueño.

El amor es el más fuerte, puesto que dura por siempre” (V.del Mazza).

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