martes, 27 de febrero de 2018

pies y corazón





Cuentan que un anciano subió a las cumbres del Himalaya. Todos se extrañaban del prodigio. Alguien apuntó la respuesta verdadera: "Subió con sus pies a las cumbres porque su corazón subió primero". Y, por supuesto, que se puede cambiar la realidad de muerte en vida, si tenemos corazón y lo queremos. 
  El  diccionario nos define la misericordia como la: “Virtud que hace al hombre compadecerse del dolor o infortunio ajenos”.
  El Papa Francisco nos da unas definiciones y nos die que “Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no obstante el límite de nuestro pecado”.
   Dios es Misericordia. Tanto nos ama que ha enviado a su Unigénito “para que el mundo se salve por él” (Jn 3, 17). Él ha venido “para anunciar el Evangelio los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad  y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor" (Lc 4, 18-19). Todo lo que realiza Jesús con todos los que se le acercan: pecadores, pobres, enfermos, “lleva consigo el distintivo de la misericordia” (Papa Francisco).
   “Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mt 5, 7).
  La misericordia es solidaridad y compromiso de amor eficaz hacia los hermanos en la necesidad y en la miseria;  es perdón y reconciliación de las ofensas recibidas y cometidas. La misericordia siempre une los corazones, crea fraternidad,  aleja del que la practica, el odio, la división, la injusticia y la violencia. 
  La misericordia es un aspecto del amor que, viendo la necesidad por la que pasa el otro, trata de aliviarla. El misericordioso trata de ponerse en el lugar del otro, siente compasión por él, comparte su sufrimiento y hace todo lo posible por ayudarle. A pesar de que el ser humano se sienta movido a compasión, su misericordia será limitada ya que no tiene los medios para borrar todo el sufrimiento de la persona. La necesidad de concretar los sentimientos de caridad se termina en las obras de misericordia. La credibilidad del cristiano está en el amor que brinda a los demás, en la misericordia que ejerce, especialmente, con los necesitados. En todo su comportamiento: palabras, gestos, acciones debe brillar el amor y el perdón.

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