sábado, 18 de febrero de 2017

El hombre de la vista corta


Un cuento persa nos habla de que había un hombre tan avaro que deseaba poseer oro, tanto oro, todo el oro posible.

Lo deseaba tan ardientemente que no tenía otro pensamiento o deseo para ninguna otra cosa.

En las vitrinas no veía ni siquiera que, además de los collares relumbrantes de oro, había también otras cosas bellas.

Un día no pudo resistir más: entró derecho en el negocio de los joyeros, agarró de prisa un puñado de brazaletes de oro y salió corriendo.

Naturalmente, fue enseguida arrestado, y los policías le dijeron:

“¿Pero cómo pensabas poder escapar? El negocio estaba lleno de gente”.

“¿De verdad?” dijo el hombre sorprendido. “No me había dado cuenta.

Yo no veía nada más que oro”.


Nos dice san Mateo que es semejante el reino de los cielos a un tesoro escondido en un campo, que quien lo encuentra lo oculta y, lleno de alegría, va, vende cuanto tiene y compra aquel campo.

Descubrir el reino como tesoro, como perla fina de gran valor, es el punto de arranque para vender todo: oro, poder, placer…y dedicar con alegría toda la vida a vivir y trabajar por el reino. Después que se ha hecho esta decisión, todo se “ve y se enjuicia” desde el reino y con los valores del reino.

El reino es la presencia en el mundo de la actividad salvífica de Dios a través de la persona de Cristo. Jesús, cuando habla de Dios y del reino, no nos da definiciones, nos dice cómo el Padre actúa. El reino se nos revela a través de la predicación y actuación de Jesús.

A veces la fórmula “reino de Dios o de los cielos”, es sustituida por “reino del Padre, que es dado por el Padre y que debe ser acogido con el espíritu de niño. No se puede hablar del reino, sin saber que el protagonista de este reino, es Dios Padre, que como tal, es gracia, apertura, encuentro, don.

Muchos quedan desconcertados y desalentados ante el anuncio que Jesús hace. Así le preguntan los discípulos de Juan: “¿Eres tú el que ha de venir o hemos de esperar a otro? Y respondiendo Jesús les dijo: vayan y refieran a Juan lo que han oído y visto: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios…” (Mt 11, 4-6).

Algunas de las características del Reino de Dios según aparecen en los sinópticos son las siguientes:

. el precepto del amor, síntesis de los mandamientos.

. superación de un espíritu ritual y leguleyo.

. importancia de la actitud interior y ausencia de hipocresía.

. llamada insistente a la pobreza espiritual y material.

. El reino está abierto a todos, especialmente a los pobres.

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