sábado, 11 de febrero de 2017

Una lágrima de amor

Murió una de las hijas de cierto señor muy rico, y según la costumbre de aquel tiempo pagó a muchas mujeres para que llorasen. La otra hija, sorprendida, se acercó a su madre y le dijo”

“Madre mía, ¿cómo nosotras, que tanto sentimos la desgracia, apenas lloramos, y esas mujeres, que ni siquiera conocían a la difunta se deshacen en llanto?”.

La madre le contestó:

“No te extrañe, hija mía; esas mujeres no lloran lágrimas, sino monedas, y ya sabes que las monedas son las lágrimas del rico.”

Esopo


“Esas mujeres no lloran lágrimas, sino monedas”.

Hay muchas clases de lágrimas. Pero hay lágrimas que brotan del profundo de un corazón que es amor. Son lágrimas de ternura, de compasión, de impotencia, de alegría.

¿Cómo serían las lágrimas de María?

María como madre lloró por su hijo y por toda la humanidad, preocupándose por todos. Ella es la Madre y como madre le preocupan los seres humanos, que son sus hijos.

Muchas son las advocaciones que reflejan este amor de María. De alguna manera, cada una de ellas es como una expresión de amor. Así podemos afirmar que el escapulario es una lágrima de amor de nuestra Madre la Virgen del Carmen, la Virgen de Julio, la Virgen del Escapulario.

El escapulario no es un amuleto que preserva mágicamente de las enfermedades. No es un talismán que por sí mismo nos atrae la gracia y protección de Dios. Es una prueba del maternal cuidado de María, quien dijo a San Simón Stock el 16 de Julio de 1251: “Recibe hijo mío este escapulario, prenda de salvación eterna para todos los que lo lleven”. El escapulario es, pues, un sacramental, es una señal de protección de la Madre de Dios.

Los últimos papas han elogiado esta devoción. Así Juan XXIII, siendo Nuncio en París, dijo a los Carmelitas de Avon: “Por medio del escapulario yo pertenezco a vuestra familia del Carmelo y aprecio mucho esta gracia como certidumbre de una especialísima protección de María…”

Juan Pablo II, decía en una carta del 14 de septiembre de 1981: “Desde nuestra infancia hemos estado tan estrechamente vinculados a…Santa Teresa de Jesús…, que pudimos conocer a los grandes santos de esta gran familia religiosa…Por eso quisimos hacernos Terciario del Carmen y dedicar la tesis doctoral, en Teología, a San Juan de la Cruz”.

María tiene que ser siempre camino para llegar a Jesús. Quien lleva el escapulario o la medalla escapulario, tiene que comprometerse a seguir a Cristo como la primera discípula, cumpliendo la voluntad de Dios en todas las circunstancias de la vida y obrando según la palabra del Señor.

Todos los que visten el Escapulario forman una gran familia, la familia del Carmelo, unidos por vínculos especiales de amor a María y a los hermanos.

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